Ella, nace en una decorosa pero cómoda casa del suroccidente de la ciudad de Bogotá en Colombia. 

Difícilmente podemos enmarcarla o etiquetarla con un color, un tamaño o una forma. Pero su voz, su esencia y su transparencia generan dulzura, despertando en quienes están en su presencia afectos que se encuentran sembrados en el corazón. 

Su existencia se ve envuelta por la música y rodeada por quienes acompañan sus jornadas y se deleitan con sus auténticas interpretaciones, vive coqueteando con sus letras y enseñanzas repletas de arte. 

En sus momentos de soledad y mientras nadie la ve, prepara su función, para el siguiente día vestirse de entrega y vocación. 

A Ella, la acompañan pequeños seres a quienes entrega su labor. Entre ellos están Juan, María, Valentina, Felipe, Carlos, Laura, Samuel y Simón. Juntos conforman una familia que se inclina por el cuidado, trabajo, entrega y diversión. 

Pero en este mundo de ventura y satisfacción, Ella padece de constantes dolores espirituales y físicos. La acompañan dolores de cabeza, de espalda y hasta comezón, sin dejar a un lado los dolores que trae el corazón, dolores inmateriales generados por la angustia de pensar en un futuro, la incomprensión y la desolación. 

Ella no se rinde, día a día aprende lo que es la educación, en ese proceso de espigueo, de siembra y cosecha. Se siente dichosa pues a través de las adversidades, experiencias y distintos procesos ha descubierto que tiene un don, pues todo lo que imagina lo puede materializar, su semilla crece y sus raíces recorren diferentes lugares de la ciudad. Todos queremos escuchar de Ella, todos queremos aprender de Ella.